domingo, 14 de octubre de 2018









La lluvia que acribilla los silencios 
es un telón sin tiempo y sin colores 
y a tal punto oscurece los espacios 
que puede confundirse con la noche

M. Benedetti









pensar en el recreo
verde de tus ojos
recordar la humedad
de tu boca
y la dureza de tu barba


y cuando hablabas

la forma de
tus palabras

ynorecordarlalluvia

porque el clima
es lo último
en lo que una piensa
y cómo cambia
con tanta rapidez




conocí a un muchacho de Chajarí
que tenía la mirada clara
y  amplia sonrisa en el rostro
me dijo que
por las ventanitas del pueblo
se ve que
la gente es muy conversadora
y que los sábados
en los boliches
se baila chamamé
y un poco de cumbia
y que a veces
el río
trae ilusiones

de la vida
que está  del otro lado.



                                                        I´m so tired of moaning
                                                        Trying to groan away my blues
                                                        I´m so tired of moaning
                                                        Trying to groan away my blues
                                                        I keep weeping and crying
                                                        Every time I think of you.
                                                        GROANING THE BLUES-ERIC CLAPTON 


   



En el preciso instante
en que subías al taxi hacia el aeropuerto
un hilo de perfume desataba la ausencia de tus pasos
en la calle
en la escalera
en la habitación
en la cama
en el blues que necesitabas escuchar

en la guitarra y el sexo que amabas

en el preciso instante
en que todo resulta indiferente
en todo caso qué caso tiene insistir
en el irrisorio acto de deslizar
en el teclado
el mensaje
que nunca leerás.

©2016 mirta castaño

lunes, 14 de noviembre de 2016




SENTADA EN LA SILLA DE UN BAR

Sentada en la silla de un bar
hoy decido no hablar de vos
sino de quién tengo más cerca
es decir, voy a hablar de mí
hablar de mí
 es abandonar
definitivamente
 el bienestar
no hay ser más inseguro
que ese yo
que soy
la inseguridad se trasviste
de miedo
pero asoman los pelos
del pecho entre los botones de la blusa
es incertidumbre
lo que habita mi yo
una pequeña historia
aún no contada
por miedo no
no es miedo
es perplejidad
la máscara japonesa
desborda de misterio
soberbia sonríe
yo está a la espera que la máscara
resbale de mis dedos y estalle
en mil perfectos
triángulos blancos
el yo desesperado
al verme desnuda
blanda
blanca
redonda
perfumada de vainilla
un circuito de lunares en la espalda
con sabor a mentitas
si la propuesta es hablar de mí
yo jamás nos entenderemos
 oleaje  gigante
que agita el corazón
yo habla de asteroides
estrellas estalladas
en otro siglo
mí cansado.
¿yo liberado?
es tarde para la libertad
mejor le sienta al yo la serenidad del sillón
me levanto de la silla
del bar doy la propina
y mi mirada gana la calle
antes que yo
lo nuevo que más me gusta
es saber que me esperás
mi corazón es un triángulo
perfecto
que sólo
puede perdonar

mirta castaño 2016



I
me dejó, dijo, y me sorprendió:
ella sólo decidió irse
con sus amigos
me dejó (parecía una expresión de deseo)
sus carnes blancas
y sus ojos azules me tienen atrapado
no encuentro el modo de escaparme
-sufre como un preso
en Marcos Paz-
me dejó, dijo, y se quebró
-como si él careciera de voluntad
como si viviera por inercia
nada
más-




Cuando pienso en cómo escribiré mi autobiografía me  veo sentada a mis anchas  en una silla, mi imaginación volando  a pesar que la silla  es sólo una silla sin embargo también será la isla que me acogerá tibia  otorgándome la paz necesaria para escribir. Lo primero sobre lo cual me explayaré holgadamente estoy segura, es sobre los miedos; mejor dicho sobre mis miedos, los que me dejó mi padre en  herencia legítima, mi padre el turco dueño del almacén. La riqueza de mi padre no tenía límites, lo recuerdo muy bien. Cuando niña lo veía cerrar cajones, abrir cajones, subir cajones, bajar cajones, con una maestría sin igual. Padre siempre trabajó en el almacén y aunque él era el dueño, también realizaba la entrega de los pedidos. Yo lo miraba prepararlos con gran esmero y rapidez.
Sin embargo entre las estanterías, detrás del mostrador, apoyado en la antigua registradora, Padre entornaba sus grandes ojos negros de turco e intuía el ritmo de la existencia y sabía traducir esos acordes en  hermosas canciones que el mismo Lennon hubiera envidiado.

Los miedos de mi padre hacían que sólo yo las escuchara.

martes, 12 de abril de 2016

CICLO DE LECTURA Y MÚSICA AL SUR





viajo en tren
la soledad
siempre
es contundente
de noche


aparecen los fantasmas
y recorren el vagón
y no queda claro
si esos reflejos
en la oscuridad
son ellos
o nosotros





durante la tarde
suena el tren eléctrico
a dos cuadras de casa
mientras escribo
me pregunto
por esos fantasmas
que regresan
doliendo el día.


Publicado en Abraxas Sello Editorial El Ojo de Mármol 2014